¿QUÉ ES LA PSICOMAGIA?

LA PSICOMAGIA

La Psicomagia es un arte de curación del alma. Una medicina simbólica que opera directamente en el inconsciente, allí donde las palabras ya no alcanzan, pero los símbolos, los gestos y el ritual sí pueden abrir la puerta de la transformación.

Creada por Alejandro Jodorowsky, esta herramienta combina la psicoterapia profunda con el acto teatral, el lenguaje de los sueños y la energía de lo sagrado. Parte de una premisa contundente: el inconsciente no distingue entre lo real y lo simbólico. Por eso, un acto cargado de intención, ejecutado con conciencia, puede liberar dolores enquistados, creencias limitantes, traumas ancestrales y patrones familiares que se repiten como maldiciones silenciosas generación tras generación.

La Psicomagia no busca explicar ni convencer: actúa. Un acto psicomágico es diseñado como un remedio exacto para una herida emocional específica. Puede implicar escribir, enterrar, vestir, entregar, romper, ofrendar o confrontar —todo dependiendo de la estructura del conflicto y del lenguaje simbólico que ese conflicto necesita para ser desenredado.

En el espacio terapéutico que propone la Psicomagia, la sesión se convierte en una vía directa hacia la liberación emocional. Su formación escénica y espiritual se entrelaza aquí para crear actos profundamente personalizados, donde el ritual no es espectáculo, sino acto de poder. Cada acto es un portal. Una semilla que, al ser sembrada en el terreno fértil del inconsciente, comienza a transformar la experiencia externa.

La Psicomagia no sustituye a la psicología, la enciende. No reemplaza la palabra, la trasciende. Funciona especialmente cuando la persona ha comprendido intelectualmente sus heridas pero aún las repite. Entonces, el acto simbólico permite reconectar al alma con una versión nueva de sí misma, una que ya no necesita sostener el dolor como identidad.

Quien se atreve a ejecutar un acto psicomágico con conciencia y entrega, se regresa a sí mismo como quien recupera un tesoro escondido. Porque sanar, a veces, no es entender. Es actuar. Y actuar, cuando se hace desde el símbolo, puede ser el comienzo de una libertad que no se negocia con la razón, sino que se siente con el cuerpo y se graba en el alma.

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